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CAPÍTULO 9
En medio de las tinieblas, la voz de Cristo proclama la destrucción de muchas personas y ciudades por motivo de sus iniquidades—Cristo también proclama su propia divinidad, anuncia que la ley de Moisés se ha cumplido e invita a los hombres a venir a Él y ser salvos. Aproximadamente 34 d.C.
1 Y sucedió que se oyó una avoz entre todos los habitantes de la tierra, por toda la superficie de esta tierra, clamando:
4 Y he aquí, he hecho que esa gran ciudad de Moroni se hunda en las profundidades del mar, y que se ahoguen sus habitantes.
5 Y he aquí, he cubierto de tierra esa gran ciudad de Moroníah, y los habitantes de ella, para ocultar sus iniquidades y sus abominaciones de ante mi faz, para que la sangre de los profetas y de los santos no ascienda más hasta mí en contra de ellos.
6 Y he aquí, hice que se hundiera la ciudad de Gilgal, y que sus habitantes fueran sepultados en lo profundo de la tierra;
7 sí, y la ciudad de Oníah y sus habitantes, y la de Mocum y sus habitantes, y la ciudad de Jerusalén y sus habitantes; y he hecho que las aaguas ocupen sus lugares, para ocultar sus maldades y abominaciones de ante mi faz, a fin de que la sangre de los profetas y de los santos no suba más hasta mí en contra de ellos.
8 Y he aquí, la ciudad de Gadiandi, y la ciudad de Gadiomna, y la ciudad de Jacob, y la ciudad de Gimgimno, todas éstas he hecho que se hundan y he formado alomas y valles en su lugar; y he enterrado a sus habitantes en las entrañas de la tierra para ocultar sus maldades y abominaciones de ante mi faz, para que la sangre de los profetas y de los santos no ascienda más hasta mí en contra de ellos.
9 Y he aquí, esa gran ciudad de Jacobugat, donde habitaba el pueblo del rey Jacob, he hecho quemar con fuego por causa de sus pecados y sus iniquidades que sobrepujaban a toda la iniquidad de la tierra entera, por motivo de sus asecretos asesinatos y combinaciones; porque fueron ellos los que destruyeron la paz de mi pueblo y el gobierno de la tierra; por tanto, los he hecho quemar, para bdestruirlos de ante mi faz, para que la sangre de los profetas y de los santos no ascienda más hasta mí en contra de ellos.
10 Y he aquí, he hecho que sean quemadas con fuego la ciudad de Lamán, y la ciudad de Josh, y la ciudad de Gad, y la ciudad de Kishkumen, y los habitantes de ellas, por sus maldades al echar fuera a los profetas y apedrear a los que envié para declararles concerniente a sus iniquidades y sus abominaciones.
11 Y por haberlos expulsado a todos, de modo que no había justos entre ellos, envié afuego y los destruí, para que sus maldades y sus abominaciones quedaran ocultas de ante mi faz, a fin de que la sangre de los profetas y de los santos que envié entre ellos no clamara a mí bdesde la tierra en contra de ellos.
12 Y he hecho que vengan amuchas grandes destrucciones sobre esta tierra, y sobre este pueblo, a causa de su iniquidad y sus abominaciones.
13 ¡Oh vosotros, todos los que habéis sido apreservados porque fuisteis más justos que ellos!, ¿no os volveréis a mí ahora, y os arrepentiréis de vuestros pecados, y os convertiréis para que yo os bsane?
16 Vine a los míos, y los míos no me arecibieron. Y las Escrituras concernientes a mi venida se han cumplido.
19 Y vosotros ya ano me ofreceréis más el derramamiento de sangre; sí, vuestros sacrificios y vuestros holocaustos cesarán, porque no aceptaré ninguno de vuestros sacrificios ni vuestros holocaustos.
20 Y me ofreceréis como asacrificio un corazón quebrantado y un espíritu contrito. Y al que venga a mí con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, lo bbautizaré con fuego y con el Espíritu Santo, así como los lamanitas fueron bautizados con fuego y con el Espíritu Santo al tiempo de su conversión, por motivo de su fe en mí, y no lo supieron.
22 Por tanto, al que se aarrepintiere y viniere a mí como un bniño pequeñito, yo lo recibiré, porque de los tales es el reino de Dios. He aquí, por éstos he cdado mi vida, y la he vuelto a tomar; así pues, arrepentíos y venid a mí, vosotros, extremos de la tierra, y sed salvos.
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